jueves, 10 de enero de 2019

Y no me despierto

Y son las 11 y no me despierto, no me despierto.

A veces duermo tan profundo que no me despierto, nunca me despierto.

Y llega el día con su densidad propia y yo sigo atrapada en los tiempos y las normas de la noche y la realidad me pesa, me pesa una tonelada.

Porque pasa el día y no me depierto, no me despierto.

Y mi cabeza es una bola cargada de cosas de otro planeta que no se van, nadie se las lleva.

Y yo que no me depierto y no me depierto.

Y pretendo luchar contra la densidad, pero la densidad me lleva pegada a sus sábanas.

Y de pronto a media mañana me doy cuenta de que sólo es cuestión de darle espacio, también a ella, a la densidad, y también a la otra ella, a la niña dormida a la que la cabeza le pesa, y también a la otra, a la que sueña, la que baja hasta no se sabe qué oscuridades a rescatar no sé qué cosas raras y vuelve demasiado cargada como para llegar hasta la superficie de las demandas. A ellas todas, a todas las ellas habría que abrirles espacios, aunque la realidad tenga prisa y no comprenda cómo corren los tiempos en el fondo del agua.

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