viernes, 27 de enero de 2012

¿Por qué tu boca?



Es como un ruido ensordecedor sin sonido
el mundo, las pelusas bajo la cama,
el miedo, la tía Eulalia

Por qué

si existe la música,
el chocolate sin leche y la fotografía mal hecha a propósito,
por qué tu boca.

La histeria agazapada en los oídos,
las represiones apresadas gritan en la garganta,

no me dejan escuchar nada

a no ser
que salga de tu boca.

Por qué tu boca
si es que dibuja el mundo bellamente,
dibuja las pelusas, el miedo,
y hasta la tía Eulalia

Acalla las batallas de mis tímpanos
y esculpe dulces sueños en mi almohada

Tu boca por qué
Tu boca escucha
Por qué tu boca
Tu boca habla
Tu boca acalla
tu boca
espanta.

Asesina el miedo al miedo
¡Calla!
¿Por qué tu boca?
¿Por qué?

Si quiero escuchar mi voz,
quiero que sean mis palabras la que silencien el amor que se hace agua en los labios de todas tus miradas.
Soy yo quien debe hablar
hacer del ruido sonido,
de estos labios que te aman
y aman tu boca
algo suave,
dulce,
vida,

Calla.

sábado, 21 de enero de 2012

Y Picasso vio el toro

Y Picasso vio el toro.

Hace unos días una exposición que vi en Madrid me desvelaba una de las grandes obsesiones que me acompaña estas dos últimas semanas. Da Vinci lapidó cualquier forma de Arte escrito frente a la pintura. Según él, ningún escritor podría descubrirle mediante palabras algo que él no fuera capaz de observar, ver y después expresar mediante el dibujo.

Los grandes genios albergan en sus cerebros la pureza de la visión, en el sentido más amplio y en expansión de la palabra.

Y Picasso vio el toro.

Para quien lo quiera entender, ese toro de Picasso es un toro de aquí a la República Democrática del Congo. Puede gustar o no, pero no se puede negar el genio que dirige las cuatro pinceladas certeras en apenas veintiocho segundos memorables.

Lo que no tuvo en cuenta Da Vinci es que los verdaderos genios como él dibujan sin papel, son y entienden lo que ven. Su genialidad está en ser universales dentro de una realidad a la que todos tenemos acceso, pero solo algunos, muy pocos, acceden. Al resto nos queda conformarnos con intentar ver y disfrutar de cómo ellos lo hacen.



viernes, 20 de enero de 2012

No necesito que nadie me explique esta silla vacía

No necesito que nadie me explique esta silla vacía a mi izquierda


No quiero saber dónde ni cuándo
ni cómo ni por qué
ni una pizca de ti queda en ella.

Porque cuándo es ahora,
cómo es un modo u otro,
y por qué nunca tiene respuesta.

Detesto este olor a ausencia
las palabras que en el aire ya no vuelan.

Detesto esta silla vacía,
un esqueleto de madera a mi izquierda.

No me hacen falta parches de consuelo, razonamiento o entereza.

Porque el silencio basta para dibujar tu silueta,
es suficiente el recuerdo para rememorar aquel día de fiesta,
las risas, los gritos,
las bromas y las peleas.

Es tan simple como que ya no estás,
tan sencillo como que en esta silla ya no te sientas,
crudo como la realidad
que ya no reposa sobre la madera.

Así que no necesito saber nada más que lo este mueble me cuenta

Que solo ya en mi memoria podrán vivir tus poemas
y que la vida escoge mi silla
dejando la tuya desierta.