martes, 17 de enero de 2023

Comienzo hoy, torpemente

Comienzo hoy, torpemente, con este salto al vacío, torpe.

Escribiré a dirario, si puedo, porque pronto la vida se me va a complicar. Más. 

Pero no quería escribir sobre esa bella complicación que se abre paso desde mis entrañas. Quería escribir sobre escritura. No. Quería escribir sobre la vida del artista y su imposibilidad inventada.

No sé si es un libro de autoayuda o una Biblia, pero estos días ando leyendo palabras alentadoras que me han lanzado al agua sin red. Julia Cameron y su llamada me están calando en profundidad ya pasada mi fecha supuesta de parto. Apareció en la más oportuna de las circunstancias, ahí donde la creatividad explota y a la vez está totalmente contenida. Es raro hablar de ser un canal para la escritura cuando mi propio canal permanece cerrado esperando la hora.

También habla de censura Julia, y es la que me encuentro desde la segunda línea cuando ya estoy convencida de que la bazofia que emana de estas teclas a nadie le va a importar, mucho menos a mí. 

Es difícil saltar sin red. Incluso cuando a una supuestamente la respaldan algunos pares de premios literarios, felicitaciones por sus recitados y hasta alguna remuneración económica después de haber sido fichada por dudosos olfateadores del gremio.

Sigue siendo difícil seguir el llamado del Arte porque la autoestima lo aniquila. Su falta. Su ausencia en muchas etapas vitales.

Y, sin embargo, nunca deja de estar ahí. Y, por suerte, ataca feroz muchas veces. Y, por más suerte, a veces hasta tiene la capacidad de empujar, abrir el canal y asomarse a ver qué pasa del otro lado.

La voz de la exigencia se instala en mi nuca y mi sien. Tiene claro que este texto nunca debería ser publicado. Yo también, si yo fuera esa voz. Pero sé que no lo soy. Al menos hoy sé eso. Y aunque ni nada ni nadie podría sacar de mi cabeza la idea de que he escrito cosas mucho mejores, sé que estas palabras hoy han de salir a flote sin red. El océano es norme.