lunes, 21 de enero de 2019

Preguntas

¿Qué hiciste? ¿Qué lograste? ¿Qué tienes para mostrar?
¿Cómo? ¿Cuántos? ¿Dónde?
¿Con qué periodicidad?

Bésame suave en la espalda,
sobre todo en ese lugar, 
ése adonde llegan  todas las preguntas y se amontonan, 
y se petrifican,
y no te dejan en paz.

¿Ya terminaste? ¿Ya llegaste? ¿Ya te fuiste?
¿Cuánto piensas esperar?
¿Tienes un minuto?
¿Tienes dos segundos?
¿Atenderías una llamada más?

Mírame a la cara un instante,
deja que mi pecho te hable al respirar.
Acaricia el final de mi nuca y toca mis costillas,
siente el vértigo que se instala en mi tripa cuando estoy por estallar.

¿Qué te pasa? ¿Por qué gritas? ¿Acaso no quieres triunfar?
¿Dónde están tus ganas? ¿Dónde está tu alegría?
¡No seas mala onda!
¿De qué te puedes quejar?

Ya no importa,
ya te fuiste,
ya no hay nada de lo que hablar.

Son idiotas que no respiran.
Robots programados para continuar.

Ya no escuchas,
ya ni miras,
ya no importa nada más.

Lo tienes claro y  no lo dudas,
llegaste a ello sin pensar:

No hay palabras sin latido 

y no hay latido sin verdad.



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