jueves, 8 de agosto de 2019

Los a brazos

Terminamos de cenar y los platos se quedan sin fregar. Movemos un par de sillas, vamos al baño, nos lavamos los dientes.

“ Ya se van a dormir”

Igual y todo se da la vuelta y dormita un ratito más. Sabe que hasta que me saque el pantalón las posibilidades de arrumacos son escasas y no es cuestión de malgastar energía, que el invierno está frío y pegadita al calefactor se vive lo más bien.

La cabeza me va deprisa y la panza lento. Esa combinación después de cenar me incomoda y tiendo a dar vueltas por la casa haciendo normalmente nada, pero en realidad probando a ver si así logró reajustar velocidades. Obviamente nunca funciona y mi cabeza sigue siendo la zanahoria que mi cuerpo nunca logra alcanzar. Ella lo sabe y lo mejor de todo, no le importa, quiero decir que me quiere igual. Por eso simplemente espera, de vez en cuando levanta media orejita como para confirmar que sigo persiguiendo la zanahoria y luego sigue esperando. Yo por mi parte no suelo darme cuenta de que en realidad la estoy esperando a ella mientras doy vueltas entre el living y el baño y finjo querer atrapar ese maldito tubérculo.

Llega la hora en que el reloj decide que si no nos acostamos ya, mañana lo vamos a pasar mal, así que por decisión suya, que no de mi cabeza y menos de mi tripa, marco rumbo fijo hacia la pieza.

“Ah, ahora ya sí que se van a dormir”

Ella sabe que aún queda que me saque la ropa, me levante tres veces más porque no-sé-qué se me ha olvidado y finja que arreglo la cama que Jamás está hecha. Si alcanzo a meter las piernas bajo las sábanas ése es el momento.

“ Ahora sí, ahora sí que sí”

Se acerca tímida, la cabeza gacha, las orejitas como si no pasara por ahí cuando se sube a la cama y busca siempre una curvita, la que forman mis piernas a la altura de las rodillas si estoy de costado, la de mi pecho si el día ha sido jodido y me necesito muy fetal e incluso la de mis brazos cuando me da por esconder las manos bajo la almohada. Cualquier curva es perfecta para abrazar, porque la Gora abraza así, abraza como la que más, abraza como nadie en la galaxia.

Y bueno, que si alguien todavía cree que para según qué cosas es requisito cumplir con no sé qué otras y ese tedioso etcétera,  espero que le sirva de consuelo saber que para abrazar y por lo que he podido comprobar hasta ahora, ni brazos hacen falta.

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