jueves, 25 de julio de 2019

Crónicas argentinas capítlo V: Bilbao-Córdoba-Bilbao

El cielo está gris y más cerca estos días.

Es como que aprieta un poquito la cabeza, como que hace descender el nivel de alerta y nos pega más fuerte al suelo.
Cuando el cielo está así, pero blanco, es que va a nevar, pero no, cuando va a nevar en realidad el cielo parece que se difumina con el otro cielo de atrás que ahora está tapando, y empieza a avisar de la sordera repentina que nos llegará a todos durante las horas en que la nieve cubra lo que en este momento ocupa este pedazo de tierra. Entonces el silencio al fin vencerá. Pero no. En realidad no es una sordera repentina lo que nos nieva sino una redención insoportablemente fiel a lo que simplemente es: que los buses se van a parar, que quinientas caderas y 1134 muñecas se van a quebrar, que amaremos primero el blanco y odiaremos acto seguido la sopa negra que dejan los autos a los costados de la carretera y vuelta a empezar con la siguiente nevada, que los muñecos de nieve nunca nos quedarán tan ideales como en las pelis americanas...Todas esas cosas.

En Bilbao no nieva tanto, pero el cielo sí puede llegar a estar de ESE gris que ayer nos llovía en la ruta hacia Monte Cristo. "Es el mismo cielo" pensaba, y mi pensamiento no vino de la mano de una epifanía espiritual, pasaba que por dos microsegundos me supe en la salida de circunvalación hacia Altube donde aparece la antigua fábrica de Kas, solo que la fábrica que veía no era la de Kas y al otro lado no se abría Altube con 20 cm de nieve, pero en realidad sí.

Fueron solo unos instantes porque al rato perdí la frecuencia que me teletransportaba y alguien abrió la boca dentro de la camioneta y ,¡ah!, no, va a ser que ya estoy de vuelta, va a ser que algo pasa en las alturas, pero aquí abajo continuamos en las planillas, las chipás con chicharrones, el jefe de la fábrica pudriéndose en su miserable existencia carrocería BMW y la cocinera mimando a la doctora con doble ración de papas.

Me gusta. Me gusta este cielo gris. También. Y me duele tanto la cabeza.


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