domingo, 22 de septiembre de 2019

MADEJAS QUE APRIETAN EL CAOS


Algo se rompió adentro mío y la madeja salió rodando.

No sé de qué hilo tirar.

Elijo uno y se enmarañan cuatro. 

Suelto.

Miro por el otro lado y busco otro más, pero vuelve a pasar lo mismo.

Todo está demasiado apretado, demasiado contenido, todo es en definitiva sinónimo de demasiado.

Pienso en no tirar, en sólo mirar la madeja,
observar,
y por supuesto del cielo no cae ningún milagro.

No rompo en llanto aunque es lo que más necesito.

Supongamos las lágrimas aflojándolo todo, seguro podría empezar a tirar por algún lado. Y no tirar forzando, detalle en el que recién me fijo, sino tirar de caminar, de comenzar por algún lado.

Esta vez me acerco con cuidado, no quiero presionar a estos hilos, pero sí que necesito sacarlos, desenmascararlos, ver lo que tienen guardado y desatarlos.

La madeja es madeja al fin, pero también puede desandar el camino hasta el enredo máximo, desanudar los hilos y volver a ser capaz de ordenarlos para bordar algo más parecido a un cuadro, uno distinto, el mío, y no el que impusieron el miedo junto al caos.

“Desenmadejar es un ejercicio de mucha paciencia, buenas dosis de ayuda y un montón de espacio” 

 O eso me dije un día, este día extraño, en el que no paro de temblar a la vez que deshilacho.

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