BOLUDO
CULIAOOOOOO
CHECUUUUULIAO
ANDÁASETECUUUUULIARRRRRRRR
HIJO DE REMIL PUTA
REVERENDO PELOTUDO
BONDI
COLEEEEEEECTIVO
ÓMNIBUS
ZARPADO
LOCO
RECONTRA (LO QUE SEA)
RECONTRA MIL (LO QUE SEA)
¡DE UNA!
POSTA POSTA
¡DALE!
¡META!
¡METELE!
PRITTEADO
CHINCHULÍN
CHOCLO
PONELE
GUASADA
TRANCA
TERERÉ
PORORÓ
RICAZO
ZORETE
TENER ONDA
MALA ONDA
MALONDÓN
MAAAAAAURICIOMAAAAACRILAPUTAQUETEPARIÓ
NOMÁS
lunes, 24 de junio de 2019
lunes, 10 de junio de 2019
Nunca me enamoré, o sea, nunca...
Nunca estuve enamorada de Jon, ni siquiera de Damián.
O sea, nunca.
Quiero decir que nunca me enamoré en el sentido estricto, es decir, nunca sentí que Jon, en sí mismo, la esencia de Jon, provocara en mí nada del otro mundo, aunque, por otro lado y hasta esta tarde, no me había dado cuenta.
Digamos que yo creía que estaba coladísima por Jon. Es cierto que en términos de colamiento bebía por sus babas, pero no es en realidad eso a lo que la gente se refiere cuando habla de enamorarse ¿no? Me explicaré mejor:
Jon me mataba, pero no era Jon, hoy lo descubrí, no/era/Jon, era la hechicera concatenación de palabras que conformabana a Jon todo el tiempo. Muy terrible esto.
Después seguí pensando y me di cuenta que era lo mismo con Damián y ¡hasta con el italiano aquel! ¿Davide? Todos la misma cosa, todos una serie de palabras bien enlazadas en el momento apropiado, una historia genial en un mail de los de antes, un hablarme de burbujas sobre los tejados mientras colgaban la ropa o de sus complejos existenciales respecto a Jack Sparrow que a mí, personalmente, me derriten a la vez que me abren en canal. Así que no eran ellos, eran sus palabras, y en muchos casos aderezadas con voces que no son de este planeta, aunque eso ya quedaba para el ámbito de lo carnal.
El tema eran las palabras---imán. Si hubiera sabido que enamorarse podía ser eso, si hubiera sabido que en éste y otros universos existe esa pobisibilidad, no hubiera tenido tantos problemas después. Pero no, nunca lo supe, nadie me lo dijo jamás y cada vez que pretendí insinuar tal cosa me pusieron un bozal, así que la lié parda. Me creí el cuento de que Jon debía ser más que un beso en el mejor lugar y Damián...bueno, de Damián esperé mucho más de lo que podía dar más allá de unas burbujas. La cagué porque me comí que así no se podía, que depués de la concatenación de las frases exactas había un paso más, algún tipo de materialización, que el mismísimo Jack Sparrow se haría realidad y cruzaríamos con él borrachos de jabón todo el ancho de la bañera.
Pero nunca era así. Después de apegotonar fonemas idealmente todos los Jones se esfumaban, los Damianes salían con el rabo entre las piernas y yo siempre quedaba con todas mis palabras guardaditas bien bajito en la garganta, no fuera a ser que el próximo que decidiera escucharlas pudiera llegar a enamorarse de mí.
Digamos que yo creía que estaba coladísima por Jon. Es cierto que en términos de colamiento bebía por sus babas, pero no es en realidad eso a lo que la gente se refiere cuando habla de enamorarse ¿no? Me explicaré mejor:
Jon me mataba, pero no era Jon, hoy lo descubrí, no/era/Jon, era la hechicera concatenación de palabras que conformabana a Jon todo el tiempo. Muy terrible esto.
Después seguí pensando y me di cuenta que era lo mismo con Damián y ¡hasta con el italiano aquel! ¿Davide? Todos la misma cosa, todos una serie de palabras bien enlazadas en el momento apropiado, una historia genial en un mail de los de antes, un hablarme de burbujas sobre los tejados mientras colgaban la ropa o de sus complejos existenciales respecto a Jack Sparrow que a mí, personalmente, me derriten a la vez que me abren en canal. Así que no eran ellos, eran sus palabras, y en muchos casos aderezadas con voces que no son de este planeta, aunque eso ya quedaba para el ámbito de lo carnal.
El tema eran las palabras---imán. Si hubiera sabido que enamorarse podía ser eso, si hubiera sabido que en éste y otros universos existe esa pobisibilidad, no hubiera tenido tantos problemas después. Pero no, nunca lo supe, nadie me lo dijo jamás y cada vez que pretendí insinuar tal cosa me pusieron un bozal, así que la lié parda. Me creí el cuento de que Jon debía ser más que un beso en el mejor lugar y Damián...bueno, de Damián esperé mucho más de lo que podía dar más allá de unas burbujas. La cagué porque me comí que así no se podía, que depués de la concatenación de las frases exactas había un paso más, algún tipo de materialización, que el mismísimo Jack Sparrow se haría realidad y cruzaríamos con él borrachos de jabón todo el ancho de la bañera.
Pero nunca era así. Después de apegotonar fonemas idealmente todos los Jones se esfumaban, los Damianes salían con el rabo entre las piernas y yo siempre quedaba con todas mis palabras guardaditas bien bajito en la garganta, no fuera a ser que el próximo que decidiera escucharlas pudiera llegar a enamorarse de mí.
jueves, 6 de junio de 2019
Laranjak zuritzen ft Pelando naranjas
Atzo eguerdian laranja bat zuritzen saiatu nintzen. Eta bai, ondo irakurri duzue, saiatu hitza idatzi dut eta ez dut esan “laranja bat zuritu nuen” niretzat prozesu hori ezinezkoa delako. Ez nago programaturik laranjak zuritzeko. Zein da arazoa? Nik ez dakit, baina laranja bat zuritu behar dudan bakoitzean kriston liskarra izaten dut laranja zein aiztoarekin (azken hau beti bere alde agertzen baita beti gure borrokan)
Atzo, hain zuzen ere, aiztoa bere azalean barneratzen nuen bakoitzean berak modu bortitzean erantzuten zuen estrategia zikinak erabilita. Lehenengo kolpean zukuz bete zidan alkondara. Bigarrenean, bere likido gozoa nire maukan barrena irristarazi zuen eta hirugarrenean… ai ene! Hirugarrenean aiztoak hartu zuen parte eta ezkerreko eskuko hatz erakuslean bi zentímetro t’erdiko zauri odoltsua egin zidan. Bazirudien laranjak eta aiztoak antolatutako frente indartsuan haiek aterako zirela garaile, baina ni ez nengoen horretarako prest. Enfermeriatik pasatu ondoren eta zauria Betadinez pintaturik, borrokara bueltatu nintzen. Aiztoa indarrez hartu eta oraingoan nire trebetasun guztiak erabili nituen postre madarikatua hartzeko.
Hamar minutu beranduago, nire gorputza bazegoen fruitu errebeldearen fruktosa xurgatzen ahoan oraindik ere garaipenaren zaporeaz gozatzen ari nintzelarik.
Ayer al mediodía intenté pelar una naranja. Y sí, habéis leído bien, he escrito la palabra "intenté" y no he dicho "pelé una narnaja" porque para mí ése es un proceso imposible. No estoy programada para pelar naranjas ¿Cuál es el problema? Yo no lo sé, pero cada vez que tengo que pelar una naranja tengo una pelea impresionante tanto con la naranja como con el cuchillo (este último siempre se pone de su parte en nuestra batalla)
Ayer, sin ir más lejos, cada vez que penetraba el cuchillo en su piel, ella respondía violentamente valiéndose de sucias estrategias. En el primer golpe me llenó la camisa de jugo. En el segundo, hizo deslizar su dulce líquido manga adentro y en el tercero... ¡ay! En el tercero el cuchillo participó provocándome una sanquinolenta herida de dos centímetro y medio en el dedo índice de mi mano izquierda. Parecía que en el frente organizado por la naranja y el cuchillo ellos iban a salir venccedores, pero yo no estaba dispuesta a algo así. Después de pasar por enfermería y con la herida pintada de Betadine, volví a la carga. Cogí el cuchillo con fuerza y esta vez hice acopio de todas mis destrezas para comerme el maldito postre.
Diez minutos más tarde mi cuerpo ya estaba absorbiendo la fructosa del rebelde fruto mientras la boca mi paladar aún se deleitaba en el dulce sabor de la victoria.
Atzo, hain zuzen ere, aiztoa bere azalean barneratzen nuen bakoitzean berak modu bortitzean erantzuten zuen estrategia zikinak erabilita. Lehenengo kolpean zukuz bete zidan alkondara. Bigarrenean, bere likido gozoa nire maukan barrena irristarazi zuen eta hirugarrenean… ai ene! Hirugarrenean aiztoak hartu zuen parte eta ezkerreko eskuko hatz erakuslean bi zentímetro t’erdiko zauri odoltsua egin zidan. Bazirudien laranjak eta aiztoak antolatutako frente indartsuan haiek aterako zirela garaile, baina ni ez nengoen horretarako prest. Enfermeriatik pasatu ondoren eta zauria Betadinez pintaturik, borrokara bueltatu nintzen. Aiztoa indarrez hartu eta oraingoan nire trebetasun guztiak erabili nituen postre madarikatua hartzeko.
Hamar minutu beranduago, nire gorputza bazegoen fruitu errebeldearen fruktosa xurgatzen ahoan oraindik ere garaipenaren zaporeaz gozatzen ari nintzelarik.
Ayer al mediodía intenté pelar una naranja. Y sí, habéis leído bien, he escrito la palabra "intenté" y no he dicho "pelé una narnaja" porque para mí ése es un proceso imposible. No estoy programada para pelar naranjas ¿Cuál es el problema? Yo no lo sé, pero cada vez que tengo que pelar una naranja tengo una pelea impresionante tanto con la naranja como con el cuchillo (este último siempre se pone de su parte en nuestra batalla)
Ayer, sin ir más lejos, cada vez que penetraba el cuchillo en su piel, ella respondía violentamente valiéndose de sucias estrategias. En el primer golpe me llenó la camisa de jugo. En el segundo, hizo deslizar su dulce líquido manga adentro y en el tercero... ¡ay! En el tercero el cuchillo participó provocándome una sanquinolenta herida de dos centímetro y medio en el dedo índice de mi mano izquierda. Parecía que en el frente organizado por la naranja y el cuchillo ellos iban a salir venccedores, pero yo no estaba dispuesta a algo así. Después de pasar por enfermería y con la herida pintada de Betadine, volví a la carga. Cogí el cuchillo con fuerza y esta vez hice acopio de todas mis destrezas para comerme el maldito postre.
Diez minutos más tarde mi cuerpo ya estaba absorbiendo la fructosa del rebelde fruto mientras la boca mi paladar aún se deleitaba en el dulce sabor de la victoria.
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