miércoles, 18 de septiembre de 2019

Lo peor y lo mejor de comerse un helado de chocolate amargo con crema americana y puré de frambuesa (para que conste)


Pues bueno, vas tú toda mona, mona por decir algo, porque te enchufaste el jogging postcurrelo que no veas y la remera menos in del momento, pelo recién lavado  y todo eso, pero bueno, te vas tú toda mona después de trabajar y te buscas la heladería artesanal del lugar, porque qué coño, ya toca trincarse una merienda como Dios manda y aunque no lo mande, pues también.

 Y  resulta que te decides por el barquillo, bien grande, con sus dos buenas bochas, de las que se derriten conito adentro para pringarte bien pringá río abajo y a través de la siemprepresente gotera que queda al otro lado del cucurucho.

Bueno, ahí vas tú, que para qué andarte con remilgos, te sales a la vía pública, que hoy hace sol y se te tiene que secar el pelo, y te dispones toda guarra, guarra- gorda- mental porque es así como te sientes hoy, a zamparte  el señorito como si no hubiera un mañana.
Ni miras pero al lado hay un par de tipos cuarentones o más y se da que ellos no pidieron helado, se pidieron un cafecito, y se da también que están de frente, que por otra parte nunca lo hubieras notado porque hoy te importa una mierda la peña, te importaría una mierda, hasta que notas que sus babas casi rozan tus tobillos.

Vamos a ver, ni tanto, pero joder, ¿nunca vieron comer helado en bochitas que se derriten a una chica de treinta y? Bueno, pues no, o  igual sí, pero a punto he estado de pasarles un par de páginas, por si acaso, pobre gente, hay mucha necesidad en el mundo.
No importa, el caso es que bueno, el caso es que hoy te la pela todo máximo, y ahí que le sigues dando a tus bochitas, que cada vez más ricas por más blanditas y aquí la menda, me imagino porque no lo veía, con esa cara de placer de me estoy muriendo por Dios por qué no habrá esta heladería a la puerta de mi casa y ellos, que un poco más y ya están palote total. Pero esto no acaba ahí, porque entre babeos de unos y otros llega el momento en que tú, que sigues como si nada, porque repito, hoy todo te la pela máximo y dato importante: son las 18 h de la tarde en una zona bien céntrica y plagada de niños, bueno, tú vas y ves La Foto. ¡Mierda! Y aparte de todo empiezas a necesitar servilletas porque el chorreo de chocolate perilabial es desbordante, pero sobre todo ves La Foto y los otros, los otros putos babeantes están ahí ¡Joder! ¡Puta mierda de vida!

Claro que tú también tienes derecho al babeo, piensas, al guarrindongueo  y todo lo demás, y te encantaría, ahora que has mordido  la punta del cucurucho, meter la lengua por ahí y rebañarte bien el chocolate que quedó en las paredes chorreantes y, por supuesto, no te quieres perder la imagen desde el otro lado: la boca ancha del túnel; la apertura que dejaría ver tu lengua dándolo todo y lo mejor. Pero no puedes, te dices. La puta madre tengo dos babosos que no vieron en su puta vida una chicuela chupar bolitas y no puedes, no lo haces, no te permites servirles el metaporno food gratis, no se lo merecen, te dan asco. Porque hay miradas de deseo que las aniquilarías de la faz de la tierra, porque esos ojos suplicantes te dan pavor, no los quieres ver ni de lejos y aunque hoy todo te la chupa máximo, no puede ser, tanto no puede ser, que por ahora y hasta mañana se acabó de bochas, pero ¡ay!¡¡AY! del pobre infeliz al que mañana se le ocurra quedarse mirando mientras a solas agarras ese barquillo...

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