lunes, 30 de septiembre de 2019

Mens carta in corpore insano


Hola, te diría hola y dos puntos, hola: te diría

Te diría Hola: y te contaría que otra vez me apareció ese ruido en el oído derecho, ese ruidito del que te hablé. Bueno, esa especie de latido acelerado mezcla con nubarrón que me empezó a sonar cuando vino de visita ya-sabes-quién, y en fin, pensé que todo aquello ya pasó, pero no, por supuesto No.

Aunque en realidad entre las cosas que te contaría no estaba eso, y de las que te contaría no llego a arrancar con ninguna porque, vaya, no me animo ¿sabes? Onosepuede oquiénsabe ootravezeseruidoeneloídootravez.

Me gustaría escribirte una carta, te diría. Te pondría cosas así en la página que nunca te enviaré porque me encantaría poder hacer eso. Sería feliz si pudiera enviar una carta de preaviso a la carta que no me animo a escribirte, así, si me contestaras podría saber si debo o no coumunicarme contigo o, si no recibiera respuesta, bueno, si no la recibiera haría algo parecido a esto solo que un poco más triste.

No sé hablar con la gente, te escribiría. Hay algo que separa mi voz del mundo que sin embargo no evita que mis letras se desplieguen. Por eso querría mandarte esta carta, para que lo sepas, para que te enteres, para que en caso de que dudes de mí un domingo por la tarde digas “no” digas “sí” “le puedo escribir” “ella también quiere”.

Pero sé que por ahí las palabras se me hielan en la garganta y de frías que están ni por las manos salen. Por eso te diría, si te escribiera esta carta, que no te preocupes, que en realidad yo estoy ahí, siempre estuve aquí, al otro lado de la tinta, aunque a veces se me desgaste.

Y te contaría cosas menos existenciales también porque me gusta hablarte ¿sabes? Seas quien seas o dondequiera que estés, a mí me gusta hablarte aunque no me escuches, o sea, quiero decir que yo sé que por mucho que grite a veces no me oyes, porque suelo ser bastante cobarde materializando algunas expresiones, pero te hablaría ¿entiendes? Te contaría por ejemplo de mis fetiches de papel.

Te diría cosas como me gusta comer chocolate después de lavarme los dientes y te lo escribiría así, bien apretado, bien fuerte, porque hay frases que realmente lo merecen.

Una vez en una carta escribí cosas más impactantes, pero no te asustes, en aquélla aprendí que no se debe aunque se puede, y también te advierto que soy experta en recaer, así que no desesperes si llegara a querer escribirte algo que te incomode, seguramente no lo haré.

Mándame algo, te pediría. Acuérdate de enviar un pedacito de otra cosa en el sobre, lo que sea. Siento predilección por los envoltorios de azucarillos, pero puedes permitirte todo lo que disimuladamente no se pueda ver, porque no tiene sentido escribir una carta sin algo que le dé soporte. 

Te contaría por qué es necesario que en ella llegue un pedacito que nos conecte: servilletas, un recorte, dos clips, las horquillas de tu amante. Mándame algo que pueda oler te diría, un ancla a la realidad que nos saque de la abstracción del papel para por un instante sentir que somos algo más que dos seres pensantes que no se animan a ejercer.

No sé, lo más probable es que ahora mismo corriera a mandarte esto en un sobre solo por recordarte todo aquello que tampoco te escribí y tú nunca reclamaste. Me debes carta te firmaría y quizá, como beso de despedida una cerilla sugerente, por si vas y te arrepientes, o, simplemente, tienes ganas de quemarlo todo, otra vez.

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