sábado, 7 de marzo de 2020

El amor es la distancia exacta

A tres milímetros de la Gora.

A catorce mil kilómetros de ciertas memorias.

21 segundos antes de saltar.

El amor es la distancia exacta en la que algo deja de dañar,
el punto preciso donde el dolor comienza,
los centímetros que hay hasta un beso si es que tiene que llegar.

Todo amor se ubica en una lejanía cercana y concreta,
es una X a despejar.

Es raíz y brote de espinas,
y las huellas que deja en la almohada cuando se va.

El amor no traspasa la distancia requerida, y si lo hace es hora de dejar de amar.

A priori no determina a cuántos metros debemos quedarnos para que no nos  consuma,
por eso eso hay que tener cuidado antes de disponerse a probar.

La distancia necesaria para el amor a veces se mide en contracturas.
Cuando aflojan unx se acerca, cuando tiran es hora de rajar.

Si el amor aprieta demasiado hay que levar el ancla,
hacer las maletas y disponerse a olvidar.

Es ese espacio que nos une y nos separa.

Un susurro indomable que si quiere nos abraza y otras veces tira a matar.

Es una escucha atenta a la dirección de los pasos que nos aproximan o se van.

Una voz que nos protege del daño.

Un murmullo que nos indica dónde estar.

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